miércoles, 30 de diciembre de 2009

Con la reelección a la vista...

El Tiempo, Bogotá, diciembre 14 de 2009.
El Espectador, Bogotá, enero 5 de 2010.
El Tiempo, Bogotá, diciembre 17 de 2009

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Las mejores tacadas en billar pool

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domingo, 20 de diciembre de 2009

¿Cómo enamorar a una mujer?

Cuentan que en el pico más alto del Tibet vive el hombre más sabio del mundo. Cierta vez, un joven acudió con él para descubrir el camino al corazón de una mujer de la que se había enamorado.

Cuando encontró al sabio en la cumbre de la montaña, le preguntó: "Dime, maestro de maestros: ¿Cuál es el camino más corto, seguro y directo para llegar al corazón de una mujer?".

El maestro le respondió: "No hay camino seguro al corazón de una mujer, hijo mío. Sólo senderos al borde de precipicios y caminos sin mapas o brújulas, tapizados de peñascos, de arbustos espinosos y con serpientes ponzoñosas".

—Pero, entonces, maestro, cuestionó el joven, "¿qué debo hacer para conquistar el corazón de mi amada?".
—Recuerda, amado discípulo, propuso el sabio, "y conserva en tu mente y en tu corazón las enseñanzas y los consejos que voy a darte a continuación. Síguelos fielmente y llegarás al corazón de la mujer que amas. Las claves son las siguientes:

1. Lávate los dientes cuatro veces al dia.
2. No te rasques el chorizo ni los testículos frente a ella.
3. Regálale flores y muchos, pero muchos presentes.
4. Levanta la tapa del inodoro antes de orinar y recuerda bajarla después.
5. Lávate las manos cuando salgas del baño.
6. No mastiques con la boca abierta.
7. No eructes duro, o mejor, no eructes jamás.
8. No seas pedorro.
9. No hables mal de la madre de ella, ámala como a su propia madre.
10. No digas palabrotas.
11. Ríete siempre de los malos chistes de ella.
12. No la celes, o si acaso, un poquito.
13. Deja que ella tenga celos de ti. Ella sí puede.
14. No críes barriga. Es más, nunca engordes. Ella sí puede hacerlo (pero nunca se lo digas).
15. No te demores en el baño. Aprende a trapear el baño, pero aún así, no te demores.
16. No dejes la toalla tirada.
17. No digas nunca que ella no sabe manejar.
18. No llegues tarde a casa. Sal de trabajar y vete de inmediato a casa.
19. No te entretengas con los amigos. O mejor, no tengas amigos. Olvídate de ellos.
20. No sueñes con tener amigas.
21. Nunca, ni siquiera por chiste, mires ni hables de las tetas o del culo de las amigas de ella.
22. No seas tacaño. Usa cuando menos dos tarjetas débito y dos de crédito y complácela en todo lo que te pida.
23. Nunca se te ocurra mirar a otras mujeres. Es más, entiende de una vez que no existen otras mujeres.
24. No hables de tu ex. Tú nunca tuviste a nadie antes que ella.
25. Dile 'Te amo", al menos 24 veces al día.
26. Aprende a cocinar.
27. Lava los platos y deja la cocina limpia.
28. Arregla la cama (¡siempre!).
29. Llámala desde cualquier lugar, ojalá cuando estés más ocupado.
30. Deja que ella compre ropa, zapatos, chucherias, etc., siempre que ella quiera. Es más, ayúdala a caminar durante horas eligiendo lo que quiera comprar (y sonríe mientras camina).
31. Deja que ella converse durante horas por teléfono, págale la factura del celular.
32. No ronques, ni te quedes dormido.
33. Recuerda, a ti no te gusta el fútbol, y además odias las carreras de fórmula 1.
34. Aféitate todos los días, para que no la lastimes.
35. No pienses solamente en sexo, pero tampoco exageres. Proponlo con frecuencia, aunque estés cansado y demacrado.
36. Respeta cuando a ella le duela la cabeza, pero si ella te lo pide, complácela de inmediato. ¡Ah!, y no te vayas a quedar dormido inmediatamente después. Debes mirarla a los ojos y acariciarla, hasta que sea ella quien se quede plácidamente dormida.
37. Dile en todo momento que ella es la mujer más bella que jamás has visto.
 
Agobiado, el discípulo se vuelve para emprender el descenso de la montaña, ante lo cual el maestro, sorprendido, le dice: "¡Espera, hijo mío, espera, vuelve acá! ¿Para dónde vas?".

Cabizbajo, entre la bronca y el desconsuelo, el discípulo contesta:
—¡Nooooo, maestro, así no!
—¿Cómo así, muchacho?, increpa el sabio.
—¡Ahora sí entiendo!, replica el joven, mirando al suelo y meneando la cabeza. "¡Entiendo perfectamente!".
—Pero, ahora sí entiendes, ¿qué?, insiste el maestro.
—En efecto, dice el joven, "y con todo el respeto que usted me merece, ¡ahora sí entiendo por qué diablos en el mundo hay, cada vez más, tantos maricas!".