miércoles, 13 de octubre de 2010

Negocios entre árabes y judíos

Un árabe va al almacén de un judío a comprar unos sostenes negros.
El judío, olfateando un buen negocio, le dice que esos brasieres son "muy raros", y que por lo tanto le quedan pocos. En consecuencia, debe vendérselos a 60 dólares cada uno. Sin problema, el árabe compra 6.
Días más tarde, el árabe regresa y pide dos docenas de sostenes negros.
Intrigado, ahora el judío dice que los brasieres negros se han vuelto todavía "más raros" y que ahora se los vende a a 70 dólares cada uno.
Un mes más tarde, el árabe adquiere toda la existencia de brasieres que le quedan al judío y le paga a 80 dólares por cada uno.
Cada vez más curioso, el judío le pregunta qué hace con todos esos sostenes negros.
El árabe le responde muy orondo:
"Muy sencillo: Corto los brasieres en dos, y hago solideos, que les vendo a los judíos a 100 dólares cada uno".

sábado, 9 de octubre de 2010

Carta de un suicida


Junto al cadáver de un suicida se encontró una carta explicatoria diciendo:

> "No se culpe a nadie de mi muerte. Me quito la vida porque dos días más que viviese sería mucho martirio. He aquí las razones de mi determinación:

> Tuve la desgracia de casarme con una viuda. Esta tenía una hija.
> De haberlo sabido, nunca me hubiera casado con ella.
> Para mayor desgracia, mi padre era viudo y se enamoró y se casó con la hija de mi mujer. De manera que mi mujer era suegra de su suegro.

> Mi hijastra se convirtió en mi madrastra, y al mismo tiempo mi padre era… ¡mi yerno!
> Al poco tiempo, mi madrastra trajo al mundo una niña que era mi hermana, y a la vez era nieta de mi mujer, de manera que yo resultaba siendo abuelo de mi hermana.
> Después, mi mujer trajo al mundo un niño que, como era hermano de mi madrastra, era cuñado de mi padre, nieto de su hermana ¡y mi tío!

>Por lo tanto, mi mujer era nuera de su hija, yo soy en cambio padrastro de mi madrastra, y mi padre y su mujer son mis hijastros, mientras mi hijo es mi bisnieto y a la vez tío de su tía.
> Además, ¡yo soy mi propio abuelo!

Así, pues, me despido de este mundo infame, porque, de veras, no sé quién putas soy. Peor aún que eso. Y es que a lo mejor resulto primo del caballista Álvaro Uribe, hermanastro del tombo de Hugo Chávez o concuñado del indígena de Evo Morales! ¡Así, la vida no vale nada!".


jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Qué tal la bromita?

En algún lugar de los cielos, el parecer en Brasil, de acuerdo con el acento de uno de los protagonistas de este episodio, el piloto de un pequeño avión fue capaz de una broma que pudiese terminar en tragedia. Es así como el responsable de la nave fingió un desmayo.

El video puede verse haciendo clic sobre el siguiente enlace en rojo:
http://www.youtube.com/watch?v=n0DXncvs4VU

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El ciempiés depravado...

¿Sabes qué le dijo a otro, un ciempiés que tenía fama de pervertido sexual?
—Quiero hacerte el amor. ¡Ponte en cuatrocientas...!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Así se desarma y se arma un Jeep en menos de 4 minutos

¿Piensa usted que los pits de la Fórmula 1 o de la Nascar son tan rápidos? ¿Cree que cambiar cuatro llantas y llenar el tanque de combustible en 10 segundos es algo fantástico? De veras, ese récord de tiempo es casi despreciable comparado con lo que hacen estos soldados cuando desarman y por completo un Jeep militar en solo cuatro minutos. Por si las dudas, el tiempo que dura el video es ese: ¡Cuatro minutos!

¡Excelente!, ¿verdad? Obvio que un Jeep no es un auto de lujo con comandos computarizados, pero aún así, lograrlo requiere un alto grado de conocimiento en ingeniería y un trabajo perfectamente coordinado.

¿Quiénes son? Estos soldados pertenecen a la Armada de Canadá, forman parte de la División de Servicios Técnicos, y al parecer tienen bastante tiempo libre para lograr preparar semejante coreografía mecánica. Este video hizo parte del Festival de la Armada en Halifax. ¡Ver para creer!

Ahora, si somos objetivos, en países como Colombia, México o Venezuela, y sin tanto escándalo, dos (2) jaladores de carros hacen esta misma tarea en tiempo similar, y con un auto de lujo. ¡Ah, y además incluyen la pintura, el cambio de placas, de número de motor, papeles nuevos y le enciman la tanqueada, el cambio de aceite, el lavado y la polichada! Y si quiere, se lo ponen en su parqueadero. ¡Valiente gracia la de los recluticas!

Por lo pronto, el video de los soldados puede verse haciendo clic sobre el siguiente enlace en azul:

martes, 10 de agosto de 2010

Entre mujeres caníbales...


Viejas amigas y confidentes, dos mujeres caníbales se encuentran en un congreso en un racho y en la mitad de la jungla.
—Cuéntame una cosa, dice la mayor de ellas, ansiosa de chismes: "¿Ya terminaste con tu novio?"
—No, todavía no, responde la otra. "¡Aún me queda la nariz!"

sábado, 5 de junio de 2010

Uribe speaks English...

Click hear, please:

http://www.youtube.com/watch?v=GEO5-1GXqck&feature=related

Nuevo régimen... ¡alimenticio!

Dados los altos índices de obesidad en la población colombiana, el hombre que el 7 de agosto de 2010 tomará posesión como nuevo Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha prometido una drástica ofensiva contra el sobrepeso de sus gobernados.

Para efectos del nuevo plan nacional alimentario de sus gobernados, el hoy candidato del Partido de la U, ha hecho oficialmente el anuncio:

viernes, 26 de marzo de 2010

Sin palabras...

sábado, 13 de marzo de 2010

El lío de la cremallera

Cuando el autobús se detuvo para recoger a los pasajeros, ella se dio cuenta de que su minifalda azul de jean era demasiado estrecha para permitirle dar el paso para subir. Algo avergonzada, la chica le sonrió al conductor, se llevó la mano hacia atrás y bajó un poco la cremallera de la falda, pensando que tal vez eso ayudaría. Así que, de nuevo intentó subir, volvió a bajar el cierre, pero tampoco pudo.

Sintiéndose todavía más avergonzada, insistió en bajar la cremallera un poco más, y volvió a intentar subir al bus, pero nuevamente sin éxito. Casi llorando de la vergüenza y de la rabia, la chica bajó del todo la cremallera y por quinta vez no pudo subir al autobús.

Entonces, un tipo alto que estaba detrás de ella en la fila, levantó a la muchacha por la cintura y la subió al autobús.

Furiosa, ella se volvió hacia el buen samaritano y, roja de la ira, le reclamó: "¿Cómo se atreve a tocarme? ¡Yo a usted no lo conozco! ¡No sea cretino, atrevido! ¡A tocar a su madre, gran descarado! ¡Sinvergüenza!".

Algo sonrojado, el hombre, con una amplia sonrisa, le dijo suavemente: "Bueno, señorita, yo normalmente no hago esas cosas. Sólo que, después de lo que acaba de ocurrir, me figuré que usted y yo éramos ya buenos amigos. ¿Por qué? Muy sencillo. Vea que en cinco oportunidades seguidas... ¡usted me ha bajado la cremallera de la bragueta!".

Uribe al Cantinflas

Hacer clic sobre el enlace en letras rojas:

miércoles, 10 de marzo de 2010

Las fotos de Doña Gloria

Tan respetado y tan respetable, pero también tan impredecible y tan temido como una onda sísmica, para el común de sus colaboradores de planta en El Tiempo la aparición de Enrique Santos Castillo por los pasadizos de la Sala de Redacción generalmente suscitó conmoción y hasta escalofrío.

Padre de Juan Manuel Santos Calderón, virtual presidente de Colombia para el período 2010-2014, e hijo de Enrique Santos Montejo, mejor conocido por el seudónimo de Calibán, pugnaz columnista del rotativo entre los años 40 y 60s del Siglo XX, suele decirse que a Santos Castillo nunca se le conoció escrito ninguno, tanto como jamás se le vio al frente de máquina de escribir alguna. Al parecer, no solo era ajeno a las destrezas de la mecanografía, sino ante todo negado al ejercicio de redactar. Aún así, sus aduladores de oficio porfiaron siempre en exaltar sus virtudes periodísticas, fundados en el intangible de su "gran olfato" noticioso, cualidad esta sí inherente a su nieto Alejandro Santos Rubino, consagrado como director de la prestigiosa revista Semana.

Y así como a su talante la tradición familiar del periódico le atribuye toda una época, un rigor y un estilo, también cada idea suya constituía todo un dogma, pues contra ella no procedían apelaciones, según escenas como la presente, propia de los albores de los años '80s y recreada dentro del sueño que algún contertulio dio en revelar hace poco durante una de las acostumbradas tertulias de café en Unicentro, que congregan a jubilados del periódico y de otros medios.
 
—¿Ju-Julia? ¡Juuuliaaa! ¿Alguien ha visto por ahí a Julia?, requiere a la distancia y sobre la marcha, con aire nervioso y en tono de apremio el Editor General del periódico.
—¡Dígame, Don Enrique!, se apresura a contestar, madrugadora y obsecuente, la reportera Julia desde su módulo de la Sección Femenina, donde se aprestaba a tomarse la primera y tonificante agua aromática de la mañana en medio de la lectura ritual de la prensa del día.

Minutos antes, Helena Bautista, la sempiterna secretaria de Redacción, le ha transmitido a su superior un perentorio recado de Gloria Zea, la influyente directora de Colcultura. Raudo el paso, la voz exaltada, penetrante y por ráfagas, y su proverbial tamboreo con los dedos sobre las bardas de fórmica lo anuncian por entre los módulos que zonifican informativamente la Sala de Redacción, un laberinto bañado por luz de neón. La exasperación del editor del periódico, que ahora quiebra el silencio matinal del recinto con el inconfundible tableteo de su voz, es sintomática de algún desliz habido en el tratamiento de las noticias.
 
—¡Ju-Ju-lia, Ju-lia, qué-qué le he dicho ta-tántas veces!, ¿ah?, reclama sobre el camino. “¡Ex-explíquese!”.
—¿Explicar qué, Don Enrique?, pregunta la periodista, manifiestamente lívida y atribulada, luego de suspender de ipso facto la lectura. Sin parpadear, ahora ella lo aguarda en pie.
—¡No, no, al ca-ca-carajo, no seamos tan-tan brutos!
—¿Y ahora qué pasó, Don Enri…?
—¡Pues, pa-pa-pasó que-que o-otra vez me-me está lla-llamando esta se-se-señora...!
—¿Cuál señora, jefe?
—¡Ca-casi nada, pu-pues, la di-di-directora de Co-Colcultura, a re-reclamarme!
—¿Y eso?
—¡Gra-gravísima vaina con ella!
—¿Gravísima, dice? ¡Ah, no, jefe, esta vez no podrá decir ella que la tergiversé! Menos mal, ahí en el escritorio tengo todavía el casete de la entrevist…
—¿La-la en-entrevista? ¡Eso me-me importa un bledo! ¡Lo que tengo que de-decirle es pe-peor, chata, pero mu-mucho peor!, exclama Santos Castillo a ritmo de metralleta y con la cabeza entre las manos. “¡Cré-créame!, ¿sí?”.
—¡Imposible, Don Enrique, porque, soberana página y media que le dediqué no es cualquier co...!
—¡Ah, no, si-si por eso fu-fue-fuera…!
—¿Entonces?
—¡Sencillamente, que-que la-la emba-barró, Ju-Ju-Julia, reconózcalo, otra vez la-la em-embarró te-te-terriblemente!
—¡Qué pena, pero no entiendo nada, Don Enrique!
—Pe-pe-pero, ¿có-cómo me hace ésta, Ju-Julia? ¡No hay derecho! ¿Por-por qué lo-lo hizo?
—¿Por qué hice qué, Don Enri...?
—¡Las fo-fotos, por Dios, esas fotos! ¿No se da cu-cuenta?
—¡Un momentito!, replica Julia B, víctima de una intermitencia cromática en el rostro, que va de un blanco casi forense hasta un violeta de connotaciones cardíacas, y de reflejo echa mano del ejemplar de El Tiempo objeto del reclamo. “Ante todo, y me perdona la franqueza, yo no hice las tales fotos. Además, ¿de cuál de las cinco fotos publicadas me está hablando, Don Enrique? Mire, jefe, mire: para comenzar, esta bien grande en la primera pág...”.
—¡Ni hablar, pe-pero si-si fue u-usted mis-misma quien las escogió, so bruta! ¿Quién más? ¡Mí-mírelas to-todas, qué ho-horror, qué horror, qué-qué pena! ¡Ca-ca-carajo, e-eso no tiene la mínima pre-pre-presentación!
—¡Me rindo, Don Enrique, me rindo! Vea: excelente foco, encuadre correcto, el mejor color, impecable edición, suficiente despliegue... ¿Qué más se puede pedir? ¡Ah, y para más señas, las tomó el maestro Carlos Caicedo!
—¡Na-nada de eso! ¿Y po-por qué, me-mejor, no se le o-ocurrió ir al... al... al este... al-al Ar-archi-chi...?
—¿Al Departamento de Archivo, querrá decir, Don Enrique?
—¡Eso, eso, sí, al Ar-archivo, do-donde hay unas fo-fotos chus-chusquísimas de-de Glorita!
—Pero, si...
—Pero si... ¿qué, Julia? ¡Animal de monte! ¡Esto es u-una in-infamia!
—¿Infamia? Vea, jef...
—¡Nada, Ju-Julia, no veo na-nada, im-imbécil! ¡Ya lo vi todo!
—La verdad del caso, Don Enrique, es que esas ‘fotos oficiales’, y además en blanco y negro de la señora Zea, ya están más que requetepublicadas. Y como si fuera poco, en las benditas fotos ésas del Archivo ella aparece como de…
—¿Có-como de qué, por ejemplo? ¿Ah? ¡Dí-dígame, Ju-Julia!
—Sí, jefe, y aquí no nos digamos mentiras: en esas fotos, ella aparece como de veinte añ...
—¿De veinte años? ¡No, no, Julia, a fre-freír espárragos! Glo-Glorita nunca más me-me vuelve a pe-pe-perdonar o-otra cha-chambonada de ese ta-tamaño! Es cierto que-que los a-años no pa-pasan en vano, pe-pero, ¡ca-caramba, ta-tampoco exageremos!
—No exagero, Don Enrique…
—¡Claro que exagera! ¡Se pi-pifió usted y se pifió Caicedo! ¿Adónde anda ese tipo, ah? ¡Helenita, bús-búsquemelo, pero ya! ¡Mi-mire, Julia, esta calamidad de fotos, hay que-que ver có-cómo me volvieron a esta señora! ¡Un verdadero desastre! ¡Se la tiraron! ¿Le-le pa-parece justo eso, Julia?
—Pero, si esa es Doña Gloria Zea en la actualidad…
—¡No, no hay derecho! ¡Se la petaquearon! Además de in-inteligente, bien chu-churro como ha sido Glo-Glorita, ahora la-la pobre quedó, ni más ni menos, que-que co-como esta… es-esta fa-famosa líder sio-sionista… Go… ¿Gold…?
—¿Golda Meir?
—¡Ah, eso, Julia, eso, igualitica a Go-Golda Meir! ¡Menos mal lo admite...!

—¿En serio? ¿A Golda Meir? Pero, ¡cómo así! ¿De veras, le parece, Don Enrique Santos?
—¡Y no son ganas mías de so-sobar la pita, pe-pero mírela bien! ¡Obsérvela! Cualquiera diría que se trata de-de la antigua Pri-Primera Mi-Ministra de-de Israel, y, por si fuera poco, ¡co-como re-recién sa-salida de la mismísima tumba! ¡Casi nada!
—¡Tampoco, jefe, tampoco me diga eso! Sí es cierto que durante la entrevista noté a Doña Gloria algo incómoda por la presencia del fotógrafo… Pero, si somos objetivos, el pobre Caicedito es ante todo un fotógrafo…
—¡Por su-supuesto, Julia, que es un fo-fotógrafo! ¿O qué-qué o-otra cosa?
—¡Por lo mismo: él es fotógrafo, no cirujano plástico!
—Pero, ¿có-cómo se atreve, Ju-Julia, cómo se a-atreve a decir semejante dis-disparate? ¿Se en-enlo-lo-queció o qué?
—¡De veras, con todo respeto, Don Enrique, pero creo que esto no es para tanto!
—¿Que-que no es para ta-tanto? Por si no lo sabía, mi querida Julita, y no me con-contradiga, ¡es pa-para mucho, y se-sépalo de u-una vez por todas: para mucho no, para mu-muchísimo! ¡Noooo, señora, con la i-imagen de-de la gente no se juega!
—Bueno, jefe, entonces ya será en un futuro...
—¿Ah, sí? ¿Y es que usted to-todavía cree que el fu-futuro e-existe? ¿Usted sí-sí cree en su futuro? ¡Dí-dígame!
—Yo sí, jefecito. ¡Siempre!
—¿Ah, sí? ¿Y por ca-ca-casua-casualidad, a-a-ahora no estaba u-usted co-consultando el-el ho-horóscopo? ¡No, mijita, ya de-dejémonos de pe-pendejadas, hay que-que vivir el presente, ser realistas! ¡Ate-aterrice, viejita pendeja, aterrice!
—Por esa misma razón, Don Enrique…
—¡No, no, es que aquí no hay ra-razón su-suya que valga!
—¿Y entonces, jefe?
—En-entonces, Ju-Julia, ¡ya, pe-pero ya mismo, para desembarrarla, qui-quiero o-otro gran re-reportaje con ella! ¡Y no se di-diga más sobre es-este asunto! ¿Me-me es-escuchó?
—¡Me pone en ascuas, Don Enrique! Porque con Doña Gloria ya habíamos agotado el tema. Por cierto, y si la leyó, la entrevista con ella trata sobre su gestión en Colcultura, sus logros, sobre sus expectativas, sus proyectos... De veras, jefecito, ¡no quedó nada en el tintero!
—¡Qué-qué tin-tintero ni-ni qué o-ocho cuartos! ¡En-entiéndalo así, Ju-Julia, póngale siquiera un tris de i-imaginación y no sea tan-tan cabecidura, china, que me-me daña el co-corazón!
—Pero, jefecito, aquí no hay derecho…
—¡Cla-claro que sí hay derecho! Las co-cosas entran po-por los-los ojos! Mi-mirando esas fotos de hoy, co-como dice Pachito (Francisco Santos, su sobrino, vicepresidente de la República, 2002-2010), ¡es más bo-bonito un bus viejo por-por debajo!
—Por lo visto, jefe, entonces será preguntarle a Doña Gloria sobre gastronomía, sobre sus viajes por el mundo, sus lecturas, acerca de la ópera, los museos, sobre su ropero, sobre vinos... ¿Sobre qué?
—¡Genial, genial! ¡Eso, eso: de-de vinos! ¡Me-me suena hasta chirriado! Por ahí sí es la cosa. Y pa-para que lo sepa, ella es to-toda una... una... ¿cómo es que dice D’Artagnan? ¡Helena, llamáme al chino Robertico (Posada, el mismo D'Artagnan)!, ¿sí? Entiendo que-que ella es una… una...
—¿Una tâte-vin?, inquiere la reportera ya golpeada en su autoestima, la cual pretende blindar con recargada fonética propia de un miembro del Cordon Bleu.
—¿Y eso qué es, Julia? ¡No, tra-tradúzcame y déjese ya de pendejadas!
—Pues, catavinos en francés. ¡Desde luego, jefecito, una tâte-vin, que es el término original!
—¡No, de fra-franchute, ni idea, pe-pero algo así!
—¿Enóloga?
—¡No, no sé! ¡De pronto, de pronto...!
—¡Ya sé, jefecito! ¿Vinicultora?
—¡No, ala, por ahí sí no es la vaina!
—¿Vitícola?
—¿Se le rayó el disco, mijita? ¡O me está ma-mando ga-gallo! ¿Ah?
—Entonces, ¿vitivinicultora?
—¡Caray, qué preguntadera la suya tan jarta! Que le jale a la co-cosecha de la uva, ya es una exageración, Julia, ¡pe-pero, si es usted la que debe investigar cuál es la vaina ésa de Glo-Glorita co-con el vino!
—¿No será, más bien, que de vez en cuando a la señora le gusta tomarse sus anatoles?, sugiere Julia. en un dejo de confianza y tratando de bajarle la temperatura al asunto.
—¡Pe-pero, por Dios, mucho más que eso, mu-mujer! Yo sólo sé que-que el-el vi-vino es una de sus gra-grandes pa-pasiones! Además, ¡decir-decírmelo a mí, que-que he tenido que-que li-li-lidiarla en los co-condumios y que la-la he visto la-ladeada y hasta andando en cua-cuatro patas!
—¡Ya, ya, Don Enrique, está bien, como mande: hablaremos de vino! Si seré testaruda, y me perdona, pero, pensándolo mejor, a estas alturas de la vida, ¿cómo voy a usar yo una foto de archivo, cuando se supone que si vamos a tratar sobre vinos, lo más pertinente sería que...?
—¡Pues, al dia-diablo con las su-suposiciones! Además, pa-para estudios fo-fotográficos no ha nacido todavía quien le mueva el... el... ¿có-cómo es que se llama ese bendito aparato?
—Pero, ¿de qué aparato me habla, Don Enrique?
—¡Ese, ese tal a-aparato de varias patas do-donde po-ponen la… la.. !
—¿La cámara?
—Sí, sí, por supuesto, la-la cá-cámara… ¿O qué otra cosa? Es algo así co-como… como… el… el… ¿el atril? ¡O como se llame esa vaina!
—¡Ah, ya! Debe ser el trípode, Don Enrique…
—¡Eso, eso, sí, el trí-trípode! Ya decía que no ha nacido el tipo que le mueva el-el... el trí-trípode a este famoso fo-fotógrafo… ese retratista tan conocido, ¡carajo!, usted sabe... Her-Hernán... Por cierto, publicaba en la revista Cromos… ¿Hernán-qué-diablos? ¡Ala, el pisco ése que sólo retrata famosos!
—Por casualidad, ¿no será Hernán Díaz?
—¡Ese, ese mismo, ca-ca-caramba, sí, sí, cómo no, He-Hernán Díaz! ¡Po-por lo tanto, ni-ni lo sueñe, Ju-Julia, que-que no hay na-nada más de qué hablar! —¡Soy toda oídos, jefe…!
—Pre-precisamente po-po-por eso, mi estimada, qui-quiero que se vaya vo-volando al Archivo y bu-busque unas fotos bien simpáticas que le hizo este pisco Dí-Díaz a Gloria Zea.
—¡Como ordene, Don Enrique, entonces pondremos las fotos del maestro Díaz…!
—¡Sí, sí, ca-ca-carajo, pe-pero ahora no me lo vaya a confundir con este otro… este animal que tenemos aquí…
—¿Quién será?
—Ala, creo que también es de a-apellido Díaz.
—¿Díaz? ¡Ah!, ¿Miguel Díaz?
—¡Ese fulano! Sí, el tal Mi-Miguel Díaz, que es un pinche tomamonos, y que in-inclusive el domingo pasado se-se fue al Abierto de Golf del Country, ¡casi nada!, y el gran pen-pendejo ése no sólo regresó jincho, sino que, pa-para colmo, ¡se apareció con las manos vacías! ¡Cla-claro, se-seguramente ese día a-amaneció ju-jugando tejo con la-la ralea esa de los cho-choferes y con los otros fo-fotógrafos!
—¿De veras? ¿Así de desvergonzado?
—¡Si no hu-hubiera sido por El Siglo, que nos prestó un par de fotos…!
—¡No-se-lo-puedo-creer, Don Enrique!
—¡Como lo oye, y to-todo po-porque el imbécil olvidó in-instalarle el rollo a la-la cá-cámara! ¡Qué vaina con esta gente de Fo-Fotografía! ¿No le digo?
—¡Ay, jefecito lindo!, pero viéndolo bien, y si se trata de hacerle ese otro gran reportaje a Doña Gloria, ahora caigo en la cuenta de que anoche mismo ella viajaba a Cali, donde el Museo La Tertulia...
—¿Ah, sí? ¿Y en-entonces pa-para qué de-demonios está la be-bendita O-Oficina de Pe-personal, si no es pa-para arreglarle ya mismo el viaje a usted? ¿Ah? Es más, y pa-para que no haya la menor disculpa, de una vez pi-pida que le reserven dos... dos…
—¿Dos noches de hotel? ¿Y no son como mucho tiempo?
—¡Qué va, so-so… pe-pendeja! ¿Dos noches y en el Intercontinental? ¡Eso, ni en sueños! ¿En qué país cree que vive, chata? ¡No, señora! Me refiero a reservar dos... dos pá-páginas, inclusive sin un solo cen-centímetro de pu-publicidad. Me-mejor, e-eso lo arreglo ahorita mismo con Luis Fernando (Santos, el segundo de sus hijos, entonces Jefe de Producción). ¡Cie-cielos, la imagen de Glo-Glorita no puede que-quedar por el piso! Y, por supuesto, Ju-Julia, su-su regreso, sin fa-falta, ¡lo quiero pa-para esta mi-misma ta-tarde!
—¡Don Enrique, cero y van cuatro!, tercia al fondo de la Sala de Redacción, con cierto tufillo de sarcasmo y a ronca voz en cuello Helena Bautista —tan enorme y acuciosa como un zaguero central uruguayo— prevalida de su bien ganada aproximación hacia el editor de El Tiempo, y mientras bloquea el auricular: “¡Al teléfono: otra vez llama Doña Martha, la secretaria de Doña Gloria Zea!”.
 
—¿Sabe una cosa, Julia? Vi-viéndolo bien, ¡o-olvídese del calorcito de Ca-Cali! ¡Ni de vainas!
—¿Cómo así, Don Enrique?
— ¡Sí, sí, me-mejor há-hágase un viaje mu-mucho más co-cortico y más provechoso!
—¿Y eso? ¿Como hasta dónde?
—¡De veras, chata, más bien é-échese un viajecito ahí nomás hasta la-la O-Oficina de Pe-Personal y há-háblese con el pisco este… Ál-Álvaro Ayala!
—¿A Personal? ¿Y eso como para qué, jefe?
—No, no, si-simplemente pa-para que reclame un che-chequecito!
—¿Un chequecito, dice Don Enrique?
—¡Eso, eso, sí, una platica!
—¿De veras? ¡No me diga, Don Enrique, pero si ayer mismo pagaron la quincena!, replica anonadada Julia. “¿O se refiere al cheque de los viáticos?”.
—¡Fuera de vainas, es un che-cheque un po-poquitín más gra-grande, sí, pe-pero no es para armar tanto alboroto!, aclara Santos Castillo ante el gesto abrumado de maravilla de la reportera, y todo porque el precepto de superlativa austeridad de Enrique Santos Castillo lo había hecho acreedor a una reputación de tacañería casi internacional.
—¿De veras? ¿Y eso, jefe? ¿Una bonificación del segundo semestre?, contrapregunta la reportera, ahora con los ojos de regocijo hechos un par de soles.
—¡Ta-tampoco, mija, no exagere!, replica el editor de El Tiempo, le propina dos palmaditas sobre la cabeza a su subalterna, y presuroso, casi a trompicones, emprende camino hasta el centro del recinto, donde lo aguarda Helena Bautista, quien permanece con el auricular sostenido en la mano derecha.
—¡Ay, qué cosas!, ¿no le digo?, dice radiante Julia, aún incrédula a lo que registran sus tímpanos. “¡Con tantas culebras como las que tengo, y ahora viene usted y me hace agua la boca, jefe! ¿Y entonces?”.
—¡Ca-caramba, Julia, y entonces no-no pre-pregunte tanto, que me-me vuelve lo-loco!, replica Santos sin inmutarse a voltear a mirar a su interlocutora.
—¡Me perdonará la confianza, jefecito, pero más loca me vuelvo yo por saber el motivo de semejante noticia!, porfía expectante la periodista, con un rictus todavía nervioso, pero ahora sesgado hacia el optimismo.
—¡Ay, con esta Julia!, ¿no le digo?, exclama Santos Castillo a lo lejos, meneando impaciente la cabeza, mientras cubre la bocina telefónica con una mano para evitar que la asistente de doña Gloria Zea, aún en espera, pueda escuchar sobre las minucias finales de este episodio.
—¿Y entonces, qué, Don Enrique?, clama aún más expectante Julia desde su módulo de trabajo. “¡No sea malito, jefe, dígame el secreto!”.
—¿Aló? ¿Aló? ... ¿Ma-Marthica? Sí, sí, hablas con Enrique Santos, ¡ca-caramba, qué vergüenza ésta con-con Gloria…!
—¡Jefecito, mire que me muero de ansiedad por saber lo del cheque!, interrumpe porfiada la periodista desde el polo sur de la Sala de Redacción, y con una sonrisa cada vez más propia de un anuncio dentífrico.
—¡U-un se-segundo, Ma-Marthica, un segundo!, profiere el editor ante el acoso de su súbdita, y con vehemencia aparta momentáneamente el teléfono, “¡prontico, Helena, prontico, ha-haceme dos fa-favores!”.
—Dígame, Don Enrique…
—Por un lado, a-averiguáte qui-quién está de co-corresponsal en Cali…
—Ya le confirmo, atiende solícita y en tono medio confidencial su secretaria, “¿y por el otro?”.
—Y por el otro, He-Helenita, pues, que te acerqués hasta do-donde Julia y le di-digás de u-una vez por todas que el chequecito ése que le acabo de o-ofrecer no es para tan-tanta escandalera.
—¿Ahjá? De acuerdo.
—¡Qué lío! Deci-decile, si-simplemente, que es el mismo che-cheque que le-le co-corresponde, creo que por sus do-doce… ¿sí serán doce…?
—¿Doce qué, Don Enrique? ¿Doce mil pesos?, contrapregunta confundida Helena, casi al oído del editor.
—¿Do-doce mil pe-pesos? ¡Ni por chi-chiste, Helena Bautista, ni por chiste vo-volvás a decir esa desfachatez, porque se nos alborota el pinche sindicato! ¡Semejante suma no se la merecen ni siquiera todos los Santicos Calderón juntos (la generación de sobrinos e hijos) con todos sus estudios y sus títulos en el exterior!
—¿Y entonces?
—¡Y en-entonces, aquí se so-sobre-sobreentiende que ese be-bendito cheque es única y exclusivamente po-por los do-doce a-años que-que… agua…agua…!
—¿Agua, Don Enrique? ¿Agua? ¿Sí? ¿Le traigo un vasit…?
—¡No, caray, no me traigás nada!
—¡En serio, Don Enrique, es que lo veo muy agitado!, exclama su secretaria. “O, más bien, ¿prefiere una agüita aromática? ¡Maruja (la veteranísima empleada que reparte el café y otras bebidas calientes a lo largo y ancho del periódico)! ¡Marujaaaaa, rápido!”.
—¡Ca-caramba, Helena, que no es para tanto! Sólo es-estaba di-diciendo que son do-doce años en que a-agua… aguantamos a la Ju-Julia ésta en El Tiempo!
—Entiendo, Don Enrique, ratifica en un susurro su asistente.
—¡Así que, ni un centavo más de la cu-cuenta! ¡Olvídese, mija! Y co-co-comuníqueme ya mismo con la-la Jefatura de Personal…
—Le estoy marcando, Don Enrique, acata Helena…
—Incluso, y en gra-gracia de haber tolerado ta-tantos años aquí a la Julia, ¡debería ser al contrario, pues hasta sale a debernos esta mujer! Vea nomás, así por encimita: Su buen escritorio, su bue-buena silla, su buena máquina de escribir y su buen te-teléfono, no marca tarjeta de entrada, su-subsidio de tra-transporte, sus veintitantos vales de co-comida al mes, ca-carro y chofer del periódico para ir a semejantes entrevistas, fo-fotógrafo a bordo, vi-viáticos, dominicales, ho-horas extras, pri-primas semestrales, club y fondo de empleados, ti-tintico y aromática al escritorio, y eso sin co-contar con via-viajes, co-conocer gente importante, aparecer to-todos los días firmando en El Tiempo…¡Casi nada, carajo! ¡Nooo, caramba, eso es un montón de pri-privilegios, no freguemos con tantos honores juntos! ¡Sí, al carajo la Julita! ¿Su-suficiente ilustración?
—Usted dice, Don Enrique…, acata Helena.
—¡Y co-como por entre un tu-tubo, Helena, averiguáte lo de Cali! ¡Ah!, ¿Y qué pasó con-con Car-Carlos Caicedo?
—No contestan en Cali, jefe. Es que apenas faltan veinte para las nueve de la mañana… Y sobre Caicedo, me dicen en la casa que ya salió para acá.
—¡Claro, claro, lo que faltaba en Cali! El co-corresponsal se-se la debió amarrar anoche en el pa-parrandón del-del equipo ése, el tal Mi-Millonarios… ¿No le digo?
—El América, Don Enrique, corrige de manera cuidadosa Helena, sobre cuyo escritorio reposa la edición del periódico con la noticia a gran escala sobre primera proclamación del equipo rojo como campeón del fútbol colombiano.
—¡El que haya sido, Helena, eso no-no cuenta! Lo cierto es que ese pe-pendejo corresponsal no va más! ¡Buscáte ya mismo uno que madrugue! ¡Pe-pero, andando, Helena! ¡Acción, acción!... Y cuando llegue Caicedo, decíle que lo necesito con urgencia.
—¿Algo más, Don Enrique?
—¡Sí, buscáte a D’Artagnan!... ¿Aló? ¿Aló? ¿Sí? ¡Ahora sí, Marthica, por fin!... Sí, sí, hablas con Enrique Santos… ¡Se me cae la ca-cara de la vergüenza! ¡No-no hay derecho, qué-qué injusticia tan grande con Glorita! ¡Así, po-porque sí! ¿Ah? ¿Te-te parece?... Sí, sí... Claro... Sí... Dile a Glorita que tra... que tranquila... Sí, sí... Aquí le ha-hacemos o-otro gran re-reportaje. Que e-ella escoja el tema... ¡Ah, claro, y va en pri-primera pá-pagina...! Sí, sí... Y además, dile que-que desde este mismo instante, la-la doña que la entrevistó no va más en este pe-periódico. ¡Que se dedique a vender cho-chorizos...! Sí, sí... Eso, eso... ¿Quie-quieres que-que ma-mande por las fo-fotos de He-Hernán Díaz...? Sí, sí... De-de acuerdo... ¡Mensajeroooooo...! He-Helena, llamate a un pisco de esos... ¡Pe-pero vo-voolaandooo...! Como dicen por ahí: ¡Tan rápido co-como la abejita Co-Conavi...!

sábado, 27 de febrero de 2010

Duelo de gamines...

Miren quién habla de dictaduras: El presidente de Cuba, Raúl Castro (centro), pretendió mediar en el duelo de jetas protagonizado por sus colegas Hugo Chávez y Álvaro Uribe en Cancún.
Caricaturas de Osuna (arriba) y Garzón en El Espectador, jueves 25 de febrero de 2010, a propósito del grotesco espisodio, propio de gamines, que enfrentó a los mandatarios de Venezuela y Colombia en la Cumbre del Grupo de Río, celebrada en Cancún (México).

Para estar siempre al día...

La imagen corresponde al blog del caricaturista Vladdo, uno de los más punzantes crìticos de los ocho años de gobierno de Alvaro Uribe. El blog, que se actualiza permanentemente, puede verse haciendo clic en el siguiente enlace:

http://havladdorias.blogspot.com/

viernes, 19 de febrero de 2010

Los 8 años de Colombia bajo Uribe

Un caballista en el primer cargo de la Nación, como es el caso de Álvaro Uribe (segundo de derecha a izquierda) seduce particularmente a la clase emegente y en general a aquellas franjas de la población con menores niveles de educación. A la derecha de la gráfica aparece Andrés Felipe Arias, mejor conocido como Uribito, su exministro de Agricultura y precandidato del Partido Convervador, acusado de subsidiar con multimillonarias sumas a terratenientes, muchos de ellos vinculados con el paramilitarismo.

PARA PENSAR Y CONFRONTAR
Lo que queda después de casi 8 años de Uribe en el poder.

A. Orden público

¿Fueron derrotadas las Farc? No.

¿Se acabó el secuestro y los secuestrados regresaron a sus hogares?
No. Incluso, muchos han muerto en cautiverio.

¿Se acabaron los paramilitares? No. Incluso tienen cada vez más y/o han tenido representantes en el Congreso de la Repùblica, en los ministerios, en el DAS y hasta en cargos diplomáticos, según denuncias, entre otros, contra Jorge Noguera (exembajador en Italia), Jorge Visbal Martelo (en Canadá), Salvador Arana (en Chile), Carlos Vicente De Roux (en República Dominicana), Luis Camilo Osorio (en México), etc.

¿Se redujo el narcotráfico? No. La cocaína se vende como pan caliente en los países consumidores. Ojo, no es lo mismo cocaína que coca.

¿Mejoró la seguridad en las ciudades?
No. Por ejemplo, en Medellín --la expresión popular le lama peyorativamente Metrallín-- es un campo de batalla entre traquetos, sicarios, gamberros, paracos y delincuentes comunes. Junto con otras capitales, también Cali está asolada por atracadores, paras, apartamenteros. Los "reinsertados" operan en barrios enteros.

¿Mejoró la situación de los desplazados? No. Colombia tiene más de seis millones de desplazados, y estos no han sido reconocidos como tales (ahora los llaman "migrantes voluntarios"). Para que se haga una idea, la peor catástrofe humanitaria de la década pasada fue el conflicto de Darfur, que dejó cuatro millones de desplazados. Sudán es dos veces más grande que Colombia y sin embargo en Colombia hay más compatriotas desterrados.

¿Están seguros nuestros jóvenes en las ciudades y campos? No. Según decenas y decenas de casos documentados dentro de la justicia, el Ejército los mata para cobrar recompensas, dentro de la figura conocida como los falsos positivos, que en verdad son crímenes de Estado.

B. Economía

¿Ha mejorado el empleo? No. El Dane cambió la metodología. Ahora los que venden dulces en los semáforos o los que hacen acrobacias "técnicamente no son desempleados". Pero si usted mide verdaderamente cuánta gente no tiene trabajo, se llega a la cifra de 40% de la población económicamente activa.

¿Hay más inversión? No. Las enormes cifras de inversión extranjera reportadas por el Banco de la República corresponden a grandes negocios (SAB Miller y Bavaria, Grupo Prisa y El Tiempo y compaías por el estilo). En esos negocios no hay creación de nuevas empresas, sólo movimientos financieros, cambio de dueños. El resto de la inversión extranjera corresponde a capitales financieros de especulación, que entran al país a obtener ganancias (principalmente aprovechando las tasas de los TES) y luego se van como llegaron: sin controles y sin pagar impuestos. Como la aplicaciòn de cierta justicia, los impuestos son para los de ruana.

¿Existe un sistema financiero razonable? No. En una cuenta de ahorros pagan intereses al 2% anual (con suerte), pero por un crédito cobran 36%. Todos los servicios bancarios tienen costo aparte (es decir, el margen de 34 puntos es todito para Luis Carlos Sarmiento o para los españoles). No hay un sistema decente de financiación de vivienda.

C. El Agro

¿Mejoró la situación en el campo? No. Los campesinos siguen huyéndole a las balas del ejército, de los paras y de la guerrilla. La producción agrícola es difícilmente de subsistencia, y los terratenientes ahora se dedican a cultivar palma en las tierras abandonadas por campesinos que le huyen de las balas.
Sobra decir quiénes cuidan esos cultivos, y quién los financia. Lo de AIS es lo más reciente, pero desde 2002 ya existía una cosa que se llama "Incentivo de Cobertura Cambiaria". Subsidios exclusivos para floricultores y productores de banano. Y ¿quienes son ellos? Terratenientes antioqueños, en su mayoría. Ningún pequeño cultivador puede acceder a esos incentivos por una simple razón: debe demostrar montos astronómicos de exportaciones. Como decía un político por ahí: "por los campos de Colombia ahora sólo se ven vacas, caballos finos y reinas de belleza".

D. Situación social

¿Hay un mejor sistema de salud? No. Todo lo contrario. De hecho el sistema pasa por su peor momento. Si usted ha ido a un médico por la EPS sabe a qué me refiero. Y si está sin trabajo y no lo consigue porque primero debe ponerse al día en sus propios aportes para que lo reciban en un trabajo, también sabe de qué se trata aquí.

En resumen, hoy por hoy si usted se enferma es su problema. El Estado no le va a extender la mano en esa encrucijada histórica.

Según los expertos en el asunto, diversas ONG, los medios de comunicación y las autoridades regionales, el fenómeno paramilitar no sólo se ha recrudecido a través de nuevas generaciones de milicianos, sino que está incursionando en las capitales.

¿La situación de los trabajadores mejoró? No. El salario mínimo cubre menos del 50% del costo de la canasta familiar. Los recargos nocturnos aplican solo desde las 10pm. Se impuso la modalidad de contrato por servicios, sin cobertura en salud, sin aportes a pensión, sin beneficios sociales (prima de junio y diciembre, caja de compensación). Usted mismo debe pagar sus aportes a pensión y salud. No tiene cesantías.

¿Y las pensiones? Sin palabras.

¿Hay respeto por las minorías? No. A los indígenas los mata cualquiera de los "actores armados". Los negros son esclavos en su propia tierra. Los homosexuales, lesbianas, prostitutas etc son perseguidos por los reinsertados. Descomposición social absoluta.

E. Educación y cultura

¿Tienen sus hijos garantizado el derecho a la educación? No. Si usted no tiene trabajo o no le alcanza la plata, ese es su problema La educacón pública es cada vez más costosa y de menor cobertura. Los presupuestos de las universidades públicas se han recortado para poder aumentar el presupuesto militar (para que tengan con qué pagar las recompensas mencionadas arriba).

¿Y la cultura? Peor no puede estar. El primer acto de gobierno de Uribe en materia cultural hacia el 2002 fue acabar la orquesta sinfónica nacional. El segundo fue imponerle el IVA a los libros. Ahora se pretende convencer que cultura en Colombia son los carrieles y los sombreros vueltiaos. Y la TV ni se diga. Es la apología a los traquetos y a sus extravagantes estilos de vida.

F. Relaciones internacionales

¿Qué hay de política exterior? Está en su peor momento histórico. Peleados con todos, todos los vecinos y con los no tan vecinos. Sacando pecho porque Obama le firmó un autógrafo al Presidente. Y eso es principalmente porque estamos en manos de un arriero, y las relaciones internacionales están en manos de gente que no ha estudiado para eso.

Entre tanto, la Unión Europea y el Senado Norteamericano toman distancia con Colombia a raíz de las violaciones sistemáticas a los derchos humanos, mediante el abandono de más de cinco millones de desplazados, la impunidad en materia paramilitar, la corrupción, la muerte a sindicalistas y defensores de los derechos civiles, el espionaje a jueces, periodistas y opositores, etc.

¿Usted cree que Salvador Arana, prófugo embajador del gobierno Uribe en Chile, hoy capturado, tiene algún nivel de escolaridad para haber sido exaltado a altos cargos oficiales? Al menos no parece. Solo a semejante arriero y caballista se le ocurre nombrar delincuentes en en las embajadas.

Pero mientras todo eso y muchas cosas más pasan en Colombia, medios como RCN y El Tiempo, principalmente, capitalizan la ignorancia de la gran mayoría de colombianos, con sus versiones sesgadas de personajes, hechos y circunstancias que contribuyen a la actual encrucijada política, moral, social y económica del país. Le ponen a hervir la sangre hablando sobre las barbaridades Hugo Chavez, otro sátrapa, y luego divierten a los gobernados a punta de telenovelas sobre traquetos y reinas de belleza.

Los problemas de Colombia están adentro, en sus líderes, en nuestra forma de pensar y actuar y quedarnos callados. Los problemas de Colombia no están en Venezuela ni su causante es Chávez. Que ellos resuelvan sus asuntos como puedan y como quieran. Nosotros debemos concentrarnos en los nuestros.

Para terminar, pregúntese:

--¿Qué tanto significa ser ciudadano de la República de Colombia?
--¿A qué tengo derecho por haber nacido acá y por pagar impuestos acá?
--¿Cuáles son mis deberes como ciudadano de éste país?
--¿Qué debo esperar del Estado?
--¿Cuáles son las obligaciones y responsabilidades de los gobernantes que manejan ese estado? --¿Le gusta el país así como está?
Versión tomada de Internet.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Uribe en la U...

Aunque la tónica de este blog ha sido más bien la del humor, he aquí un tema serio, que puede verse haciendo clic sobre el siguiente enlace:

http://www.semana.com/noticias-politica/uribe-vs-academia-no-vio/134605.aspx

sábado, 6 de febrero de 2010

La comida de Berlusconi


Ella es la hoy internacionalmente famosa Patrizia D'Addario, una de las grandes damas de la noche en Roma. La misma que meses atrás denunció al primer ministro italiano Silvio Berlusconi, de quien ha sido una de sus aqmigas íntimas, de querer forzarla a participar en una orgía de las fiestas que el millonario y polìtico italiano organiza en el Palazzo Grazili. Con el enorme poder político y económico que ostenta, a Berlusconi le llueven las mujeres más bellas de la noche.

Pero, ¿qué más come Berlusconi? Haga clic sobre el siguiente enlace en rojo:

lunes, 1 de febrero de 2010

De lo es capaz un bebé...

Con sólo 6 meses de edad, 58 centímetros de estatura y 8 kilos de peso, y aún sin haber articulado su primera sílaba, un bebé es capaz de someter por completo a un adulto, por muy listo, idóneo y preparado que éste se considere.

Una evidencia de ello puede apreciarse en el siguiente enlace en letras rojas, para lo cual será necesario hacer clic. Atención: No hagas clic en la foto, sino sobre las letras rojas:

http://www.youtube.com/watch?v=MLErNXIYjMg

domingo, 31 de enero de 2010

¿Quién lo dijo?

"La vida está en constante movimiento".
PARKINSON

"No hay nada tan importante que no podamos olvidarlo".
ALZHEIMER

"Mi vida está llena de aspiraciones".
DIEGO MARADONA

"Vayamos al grano".
Dr. WILLYAM SMITH, DERMATÓLOGO

"Mi esposa tiene un gran físico".
ALBERT EINSTEIN

"Siempre quise ser el primero".
JUAN PABLO II

"Estoy rodeado de animales".
NOÉ

"Eres la única mujer en mi vida".
ADÁN

"Estoy en cinta".
SCOTCH

"Mi novia es una perra".
PLUTO

"Nosotras apoyamos la liberación femenina".
CÁRCEL DE MUJERES

"Me encanta ir a la escuela".
UN PIOJO

"Estoy hecha una vaca".
UN TORO TRAVESTY

"Siempre será mucho mejor dar, que recibir".
MOHAMMED ALI

"Si algo me revienta del tráfico, son los camiones".
UN SAPO

"A palabras necias, oídos sordos".
BEETHOVEN

"Y aquí, ¿quién pidió pollo?".
EN PLENO FUNERAL, LA GALLINA VIUDA

"Oprimir a los grandes, ayudar a los chicos y levantar a los caídos".
BRASSIER

¿Por qué el cielo es azul?

El cielo se ve azul por la interacción de la luz del sol con la atmósfera. La luz es una forma de energía que se transmite en ondas electromagneticas que pueden viajar en el vacío o en medios transparentes (como el aire y el agua). La luz del sol es blanca (formada por la suma de todos los colores del arco iris), y la atmósfera contiene una mezcla de moléculas gaseosas (78% nitrógeno, 21% oxígeno, 1% argón y vapor de agua, trazas de otros gases), una cierta cantidad de humedad, normalmente pequeña, así como partículas de polvo y ceniza.

Cuando un rayo de luz atraviesa una gota de agua se desvía un cierto ángulo. La desviación de los colores de la luz es máxima para los azules (con longitud de onda menor). Los rayos azules, una vez que se han desviado, vuelven a chocar con otras partículas del aire, hasta llegar a nosotros. Cuando llegan a nuestros ojos parece que todo el cielo es azul, porque los rayos llegan rebotados de todos los lugares del cielo.

lunes, 18 de enero de 2010

Tarifas telefónicas del infierno

Por motivos seguramente muy obvios, en las profundidades del infierno se encontraron George Bush, la reina Isabel II y Álvaro Uribe Vélez. Muy pronto, el ex-mandatario norteamericano le hizo saber a la soberana británica sobre la existencia de un teléfono rojo en el terrible lugar, y que, dadas las circunstancias, iba a solicitarle al Diablo su autorización para hablar con su familia en su rancho de Crawford, Texas.

De modo muy respetuoso el ex-presidente George W. Bush le pidió permiso al dueño de casa para hacer una llamada a los EE. UU., a efectos de saber cómo quedaba ese país después de su doble mandato. Así fue como el demonio autorizó la llamada, y Bush habló apenas durante 2 minutos. Una vez el ex-mandatario hubo colgado, Satanás le informó con cierta arrogancia: “Señor, son tres millones de dólares”, a lo cual Bush pagó un poco aburrido, pero sin protestar.

A pesar del enorme costo telefónico, la reina Isabel II, una de las mujeres más poderosas del imperio británico y del mundo, con más de 70 años en el trono, quiso hacer una llamada al Palacio de Buckingham, llamada que duró sólo 5 minutos. Logró comunicarse con su esposo, el príncipe Felipe de Edimburgo, y con dos de sus nietos. El Diablo le pasó la cuenta: 10 millones de libras esterlinas, que la soberana, famosa por su austeridad y tacañería, pagó sin chistar. Al fin y al cabo, como Bush y como Uribe, la reina ya estaba condenada al fuego.

Como siempre, para no quedarse atrás, y no obstante los elevados costos de las tarifas telefónicas del infierno, Álvaro Uribe manifestó su deseo de comunicarse con Colombia, para establecer cómo, después de cinco reelecciones amañadas, estaba ese país, que ahora gobernaban sus hijos Tomás y Jerónimo, presidente y vicepresidente.

Acostumbrado a echar lengua, el mandatario habló sin pausa con toda su familia y amistades durante 6 horas. Una vez terminada la comunicación, el Diablo le pasó la factura: “Para que veás vos: Son apenas... ¡50 centavitos de dólar!”.

Uribe, que carece de la capacidad de asombro y de toda sensibilidad, según sus críticos, se quedó atónito esta vez, pues acababa de ser testigo del elevadísimo costo de las llamadas de Bush y de la Reina Isabel a sus respectivas naciones.”Oíme, pues, compradre Diablo”, dijo Uribe dirigiéndose a su anfitrión, “¿cómo es eso de las llamadas tan baratas a Colombia? ¡Eso es francamente increíble, no jodás! ¿Cómo hacés vos para ingeniártelas? Decime: ¿Por qué tan baratas, ah?”.

A lo cual el Demonio le respondió muy seguro de sí mismo y con una explicación bastante detallada: “Mira, vos, caballista: Con la cantidad de desempleados (más de 18 millones de colombianos) y de jubilados muertos de hambre (más de cinco millones), con los miles de desaparecidos, con los siniestros resultados de tu famosa dizque 'seguridad democrática', además de 'los falsos positivos', con la quiebra de los hospitales públicos, los miles de maestros mal pagados, los siete millones de desplazados por la guerra interna, aparte de la violencia intrafamiliar, la trata de personas, el secuestro, la extorsión,la desnutrición infantil, la falta de justicia, el aumento salvaje del costo de vida, la herida mortal al sistema de salud, la sobretasa a la gasolina, el IVA al 16 por ciento, la inseguridad ciudadana, el aumento del sicariato, la inmoralidad de la Parapolítica, la Yidispolítica, la Farcpolitica, la corrupción del gobierno, los millones de narcodólares para pagar el caos, el clientelismo político, las mentiras de RCN y de la mayoría de la gran prensa, la banda de politiqueros sueltos que has comprado, los militares asesinos, la impunidad rampante, los narcos al poder, las trampas del referendo reeleccionista, las chuzadas del DAS, tus hijos Tom y Jerry (Tomás y Jerónimo) dejando sin trabajo a los recicladores, las cuotas de reelección de Agro Ingreso Seguro por parte de tus ministros de Agricultura, las violaciones a los derechos humanos, etc. etc. etc., ese país llamado Colombia se ha convertido en un lugar insoportable, invivible...".

"¿Y todo eso que tiene que ver con el costo de la llamada tan barata a Colombia?", interrumpió Álvaro Uribe, sin salir aún de su asombro. A lo cual Satanás replicó:

"¡So pedazo de imbécil! La llamada telefónica a Colombia salió tan barata, porque tiene carácter de llamada local, porque es de infierno a infierno!

viernes, 8 de enero de 2010

Cosas de los pastusos...


Un pastuso le dice a otro:
—Mire que sembré unas matas de ahuyama, y adivine qué salieron...
—Pues, ¡ahuyamas, me imagino!
—No, pues imagínese que salieron unos marranos, y se las comieron...
***

Un pastuso compra un tiquete para viajar en bus. Cuando está abordo, resulta que es el único pasajero. Al poco tiempo de camino se desata un tremendo aguacero. Se da entonces la casualidad de que hay una única gotera, que cae justo sobre su silla. Entonces, el chofer, que lo miraba por el espejo, le sugiere:
—Señor, está usted totalmente empapado. Se puede enfermar. Cuanto antes, ¿por qué no cambia usted de puesto?
A lo cual el pasajero pastuso le responde:
—Sí fuera por mí, yo lo cambiaría. Pero, ¿con quién?

***

Un pastuso entra a una tienda fotográfica y le dice al vendedor:
—Mire usted que yo tengo dos hijos, una esposa que me engaña, mido 1.60 de estatura, peso 85 kilos, mis padres están muertos, estudié medicina y me gusta el tejo.
Sorprendido, el empleado le responde:
—¡Qué bueno saber de usted!, pero, ¿por qué me cuenta eso?
A lo cual el pastuso responde:
—¡Hombre!, pues, porque allá afuera en la vitrina dice: Revele su rollo aquí y reclame un estuche para la cámara.

***


Un pastuso llegó a una fotografia, pero no habia vendedor que lo atendiera en el momento. Ya completaba una hora esperando, cuando el fotógrafo le preguntó:
—¿Y usted que espera, que no sigue?.
Entonces el pastusito le dijo:
—Yo estoy esperando a que llegue otro cliente. No soy tan tonto de pasar de primero.
—¿Y por qué dice eso, señor?, pregunta el fotógrafo.
Y el cliente le contesta sin vacilar:
—Sencillo. En la puerta hay un aviso que dice: “Magníficas fotos al segundo”. Y yo llegué de primero.

***


Un pastuso llega a un elegante restaurante italiano, y el mesero le pregunta:
—Señor, ¿vino de la casa?
Y el pastuso le responde:
—¡No sea entrometido ni lambón, que yo vengo es del trabajo!

***


Un pastuso, que estaba de muy prisa, se subió a un autobús intermunicipal y sacó la cabeza por la ventana. Al observar con asombro que los árboles pasaban tan rápido, se bajó del vehiculo y se subió a un árbol.
—¡Señor, señor!, ¿se ha vuelto loco? ¿Por qué se ha subido a ese árbol, si tanto afán tenía?
—¡Es para que me rinda más!

***


Adivinanza pastusa:
¿Que es verde por fuera, cremoso por dentro y con una pepa de aguacate en el centro?
***
Estaba una señora en el parque Simón Bolívar de Bogotá mirando al lago, y le pregunta a un pastuso que estaba al lado:
—Señor, ¿será que ese lago es muy profundo?
—Pues, yo no creo, señora, porque, mire hasta dónde les llega el agua a los patos.

***

Dos pastusos viajaron a Bogotá a comprar un carro, y justo adquirieron un Volkswagen. Días después, cuando iban pasando por Cali, el vehículo se les apagó. Entonces, uno de ellos se bajó apuradamente a revisar el motor. Y cuando abrió la tapa de adelante exclamó aterrado:
—¡Oiga, pues, carajo, nos han sabido robar el motor!
Entonces, su compañero, muy presto, se dirigió hacia la parte trasera del vehículo y levantó la tapa, en medio de un asombro aún mayor que el de su paisano:
-¡Ay, Virgen Santísima, cómo somos de brutos!
—¿De veras, somos tan torpes?
—¡Pues, sí! ¡Y no es que nos hayan robado el motor, mírelo ahí está! ¡Lo que pasa, sumercé, es que todo el tiempo hemos venido andando en pura reversa!

***

El policía de tránsito detiene a un conductor pastuso que ha burlado la luz roja, y en tono enérgico le dice:
—¡Deme su nombre!
—¡Ah!, ¿sí? Y después, ¿yo como me llamo?

***

Después de un terrible terremoto un pastuso se encuentra con un paisano, y agobiado le pregunta:
—¿Sufrió mucho tu casa?
—¡Pues, no, de veras que no sufrió nada!
—¿Y eso cómo fue posible, si la magnitud del sismo fue de 10 grados?
—Muy sencillo, compadre: ¡Por suerte no sufrió absolutamente nada, pues la casa se cayó de inmediato!