martes, 28 de julio de 2009

Una noche cualquiera....

Los años inexorablemente habían pasado con una rutina diaria que invadía el hogar, y una noche, de esas tantas noches largas, indiferentes, monótonas, iguales, repetidas, corrientes, ocurrió algo verdaderamente inusual... ¡Nada que ver con nada!

Y fue así como, de repente ella, que estaba medio dormida, sintió que él la acariciaba... Primero fueron caricias tímidas, periféricas, como si tuviera pudor... Luego las caricias fueron subiendo de tono y de intensidad.

Cada vez más, por todo el cuerpo las manos de él la recorrían a ella de arriba abajo y de abajo hacia arriba, por los costados, de modo diagonal, en sentido transversal, en todas las direcciones, como si con ello quisiera abarcarla toda, como hacía años no pasaba... Ella no pudo pensar, pero supuso que, bueno, después de tres largos años esta vez... En fin, no había lugar para las especulaciones... Lo evidente no necesita comprobarse.

Sensaciones que creía olvidadas volvían. En plena ebulliciòn, su cerebro recordaba, evocaba, presentía, añoraba, sentía y, en fin, ayudaba... ¡Cómo no ayudar, cómo no participar! Las caricias se amontonaban y repetían, él la levantaba, la daba vuelta, ahora era un auténtico torbellino de sensaciones indescriptibles... Y de repente.., ¡nada!

Sí, en efecto, ¡nada de nada!

—¿Qué paso, mi amor? ¡Seguí, por favor, seguí...!, clamó ella. "¡Quiero más! ¡Más, más, mucho más...!"
—Shhhh…, la calmó él, con voz reconfortada y firme. “Ya está..., ya, querida….”.
— ¿Y cómo que ya está? ¿Cómo…? ¿Ya?
—Sí, querida. Ya, ya, calma...
—¿Yaaaaaaaaaa?
—¡Claro que ya! Ya encontré el control remoto. Seguí durmiendo.

¿Se le perdió algo, Mr. President?

Mientras el mundo expectante en medio de la crisis económica global ponía los ojos sobre el Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, durante su debut en la Cumbre de los 8, las miradas del mandatario se posaban sobre el derrier de Mayara Tavares, de 16 años, integrante de la comitiva juvenil de Brasil al encuentro, celebrado el 10 de julio de 2009 en L'Aquila, Italia. ¿Qué tal la expresión picarona del presidente francés, Nicolás Sarkozy?

Al tiempo que el Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva (izquierda), festeja algún apunte de poca monta, su colega norteamericano Barak Obama sonríe y se hace el pendejo, con la vista en otro lado. Observe la postura de las manos del Presidente. Como encubriendo una posible erección. Entre tanto, su esposa, Michelle Lavaughn Robinson, con cara de aburrimiento, parece echar globos o hacerse la desentendida, que es lo más seguro. ¿O no?
La chica brasileña salió del anonimato gracias a su espectacular cola, pero principalmente gracias a la mirada del hombre más poderoso del universo, en un episodio que duró centésimas de segundo, pero que el planeta entero, testigo de la escena, no olvidará nunca. El hecho mereció gran despliegue en la prensa mundial.

Residente en las afueras de Río de Janeiro, esta garotinha heredó de su abuela y de su padre la pasión por tomar parte en la acción comunitaria y en los movimientos sociales, y ha sido una gran activista en su comunidad en la lucha en favor de la niñez y los derechos de los adolescentes.
Segunda de derecha a izquierda, la mujer de traje gris no le quita la mirada al trasero de Mayara Tavares. Como suspirando y diciendo para sus adentros: "¡Con que sí!, ¿no? Esta es la famosa colita que embobó al presidente de los Estados Unidos! ¡Con toda la razón!".

sábado, 18 de julio de 2009

lunes, 6 de julio de 2009

Lo virtual y lo real

—¡Papá! ¡Papá! En el colegio, en la clase de Informática, me pidieron que para mañana explique la diferencia entre virtualmente y realmente.
—Bueno... Pregúntale a tu madre si se acostaría con otro hombre por un millón de dólares.

Entusiasmado, el niño obedece y pone en práctica la instrucción de su padre.

—Mamá..., ¿te acostarías con otro hombre por un millón de dólares?
—¡Por supuesto, hijo! Eso ni se pregunta, ¡gran pendejo...!
—¡Papá! ¡Papá! ¡Ella dijo que sí!
—Bueno..., ahora anda y pregúntale a tu hermana...
—María, ¿te acostarías con un hombre por un millón de dólares?
—¡Claro que sí! ¿Adónde hay que ir?
—¡Papá! ¡Papá! ¡Mi hermanita también dijo que sí!
—Vale, y ahora pregúntale también a tu hermano mayor.
—Paco, ¿te acostarías con un hombre por un millón de dólares?
—¡Pues claro, hermano, ya mismo! ¿Quién es el tipo?
—¡Papá, papá, él también ha dicho que sí!
—¿Ves, hijo mío?
—Pero, ver ¿qué, papi?
—Muy sencillo, hijo. Ahora podrás comprender que virtualmente tenemos tres millones de dólares, pero que realmente sólo tenemos un par de putas y un maricón en casa.

miércoles, 1 de julio de 2009

En blanco y negro



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